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La técnica sin técnica

Ser autodidacta es un proceso de exploración muy gratificante. En mi caso, aprendí a trabajar con la acuarela de la manera más mía posible: Aplicando mis conocimientos previos en ese arte.


Esto me dio una perspectiva diferente a la escuela, por lo que tiempo después ya usando el medio como mi única herramienta para pintar, me di cuenta de que yo no uso la técnica como “se supone” que debe de ser usada.


Cuando la acuarela recién se inventó, se utilizaba como un pasatiempo más que como una técnica utilizada para crear obras relevantes.

Era una manera sencilla de hacer bocetos rápidos para luego traducir esas ideas al óleo. Su belleza y versatilidad empezaron a hacer de esta una de las favoritas entre los artistas que empezaban a explorar la pintura.


Y es por la riqueza de sus colores, la transparencia de sus tonos y la espontaneidad de sus trazos que las pinturas más famosas a acuarela son principalmente paisajes con grandes contrastes de luces y sombras. Teniendo esto en cuenta, no es raro que los primeros pasos al aprender a pintar con este medio, es dominar la mezcla directa al papel con agua y las capas que se pueden ir descubriendo una vez que se seca.


Pero ya dejando la historia del arte y entrando a la mía: Mi primer acercamiento fue hace varios años, un día que me iba a reunir con una amiga y al

planear cómo íbamos a matar el tiempo me dijo “pues me acabo de comprar unas acuarelas, ¿pintamos?”.


Llegó muy linda con sus pinceles, papeles de diferentes gramajes y sus acuarelas nuevas. Instalamos todo, pusimos agua en recipientes, nos sentamos alrededor de la mesa y le pregunté “Y ¿entonces qué? ¿Cómo se usa esto?”


Para mi sorpresa ella tampoco era la más experimentada pintando, me explicó las bases de como lograr diferentes tonos al usar menos o más agua, que una vez que se secaba se podía volver a activar si aplicabas más agua, y la vi hacer un par de pinceladas en su papel que luego

le dieron forma a una flor amarilla.


Esta fue una de las primeras hojas que hizo mi amiga en esa sesión.


Pero en mi caso (que desde que tengo memoria hago caricaturas con lápices y tinta en mis libretas de la escuela), mi primer paso por lógica era dibujar lo que tenía en mente, delimitarlo por líneas negras y usar la acuarela solo para colorear al interior de la figura.



Esta fue la primera hoja que hice yo.


Y pues para mi funcionó, dije “de aquí soy” y después de varias cosas mal hechas empecé a limpiar un poco más mis creaciones. Usaba hojas completas para hacer 3, 4 dibujillos que recortaba a la hora de tomarlas fotos y las subía a mis redes sociales.



Poco a poco me fui retando a hacer toda la imagen con solo acuarelas. Que al principio fue confuso porque al buscar tutoriales y referencias no encontraba nadie que hiciera cosas como las mías. Todo eran bodegones y paisajes. Pero pues eso no me detuvo, y empecé a hacer las líneas que antes hacía con rotuladores con pinceles delgados y mucho pigmento.



A la fecha, después de varios años de pintar, si me piden que haga lo que veo si volteo afuera de la venta, voy a hacer plastas horribles de colores. No sé usar la técnica como se espera cuando la gente piensa en acuarela.


Pero creo que eso es lo más nutritivo y lo bello del arte. Que realmente no hay una regla de cómo deben hacerse las cosas.

Que cada quién puede hacer lo que se le dé la gana con los mismos materiales, y sin apegarse directamente a lo que está escrito en el libro se logran cosas con una esencia única que ninguna otra persona podría lograr.



-Emileano

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